5.28.2008

El Escritor que volvia sus sueños realidad

En los verdes prados de una colina vivió un escritor, un encantador de las palabras. Con la pluma y el papel hacía lo mismo que el pintor con el lienzo, donde cada trazo, cada palabra, flotaba en un mar infinito de felicidad.
Tal vez esa felicidad la sacó del aire como un mago, accionando el misterioso cerrojo de la llave de los sueños.
Aprovechando el correo de la tarde, el literato escribió a su Amada y lejana náyade:

"Siempre me acuerdo de ti, Luz de plenilunio. Mujer de la mirada lejana, como mirando una estrella. Y no se por qué eras diferente a las demás chicas. Un ser aparte: de la tierra y el aire, del viento y del Sol. Era que me encantaba tu mirada y yo me decía: sí, aún es joven, pero mira a las estrellas como si fuera un ser eterno, buscando en el espacio de los sueños lo mismo que se busca con los ojos del corazón"

"Y sentía por ti, al mirarte, ternura, ganas de abrazarte y convertirte en amanecer de la misma forma que transformé mis dulces delirios en aurora. Deseaba cerrar mis ojos con los tuyos para darte mis sueños como por arte de magia. Me hubiera hecho feliz verte alcanzar el monte dorado de tus deseos. Que me contaras historias de la felicidad, para saber qué sueños encerrabas en tu corazón y así poder despertarlos a la realidad"

Es la historia de un escritor, un encantador de las palabras. Que cerraba sus ojos para darle sus sueños a la vida.

5.23.2008

Chester Quote

Esta semana, a diferencia de las demás frases, usaré una de George McDonald (Con el consentimiento de Chesterton). La frase posee un gran valor personal en esta etapa específica de mi vida.

Tu Eres mi vida; yo el arroyo, Tú la Fuente.
Porque tus ojos están abiertos, puedo ver;
Porque Tú eres Tú, yo soy yo.


Diario de Un alma Vieja, George McDonald

5.19.2008

Un día en el Bosque de la verdad

Un día en el Bosque de la Verdad, sembré un árbol de claridad. Sembré un sueño sin florecer... Sin despertar tal vez.
Sembré utopías que no fueron mías, y un sol para los Dos que nunca amaneció. Y una sola bandera para la humanidad, ondeando en el azul y un ave sin volar para la libertad.
Un día en el Bosque de la Verdad, un pajarillo se fue a anidar. Tal vez huyendo del vendaval o de una guerra satelital. Bajo la fronda azul se cobijó. Frágil y leve como el amor que buscó un sitio donde vivir y un claro en la espesura donde inventar su trino.
Un día en el Bosque, mi corazón soñó. ¡Tanto camino andado y tanto por venir! Los sueños tienen la memoria de los árboles y de las aves del vendaval. Por eso crecen y crecen hacia el cielo, difíciles de vencer y de alcanzar tal vez.
Un día en el bosque de la verdad, aquel árbol crecerá y con sus ramas alcanzará las estrellas. Y yo, desnudo como un soto más de aquella arboleda alucinada, seguiré siendo selva, pajarillo y soledad.