3.04.2008

Aprender a Recordar

Hace algún tiempo me di cuenta que muy frecuentemente espero demasiado para escribir. Y eso tiene sus complicaciones. A veces las cosas que se planean demasiado saben a agendum literario. Es así como el pobre profesor Warren está cansado de estar desentrañando el mismo misterio en la misma posada y el joven Luka lleva muchos días caminando a través de los mismos marjales mientras la niebla al más estilo Dickensiano marca las pautas de la historia.
Hoy, en cambio, escribo algo que no he planeado. Tan solo pensaba, mientras caminaba hacia este lugar en lo fácil que es olvidar y las consecuencias de no recordar.
Es tan fácil perder la esperanza. Es tan fácil deshacer el sueño y dar lugar a la tristeza.
Como en una de mis fábulas personales. Un niño que mira las estrellas en busca de respuestas encuentra más preguntas. Y de súbito la fría inmensidad llega donde está aquel niño triste a desafiar su intento por hallar respuestas.
Es extraño cuantas ocasiones tenemos el Sol sobre nuestro ser, abrazandonos y haciendonos sentir mas que vivos con su beso, pero estamos tan desenfocados que pensamos que necesitamos exprimirle como una inmensa Naranja celestial, para sentir que el hielo del corazón se descongela.
Como Dietrich Bonhoeffer alguna vez dijera, lo que el enemigo hace no es tornar un Creyente en un ateo, sino hacerle olvidar, permitirle apartar la vista de la luz, desviar sus ojos del cielo y hacerlo ver sus miserias terrenales. Y ahora me doy cuenta cuanta razón tienen estas palabras.
Creo que algo similar les ocurrió a aquellos pescadores de Galilea. Habían dejado sus redes hace mucho para seguir al Maestro y habían hallado el sentido más profundo de sus vidas. Vieron las manos cayosas del carpintero hacer milagros por doquier. Pero sobre todo sintieron la ternura de esas manos francas que calman la tormenta. Pero no asi la noche que le apresaron. Se dispersan, se alejan. Incluso uno que no era de los doce huye desnudo. Otro le niega y todos, TODOS se encierran a llorar su tristeza. Por eso creo que Jesús al aparecerles despues de resucitar les da la palabra que más necesitaban: 'Paz a vostros'.
Y aprendieron a recordar. Fueron esos recuerdos los que les dieron fuerza aún enmedio de la persecusión. Fueron esos recuerdos los que les permitieron morir felices por su fe, o alegrarse al ser participantes de sus padecimientos. Recordar. Creo que a ellos no les fue facil olvidar que el maestro, a quien habian abandonado, aparece triunfante, diciendoles que todo va a estar bien.
Mi tristeza puede ser grande. Pero quiero entonces recrdarme abrazado a su cruz... recordar su amor...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno esto Sam!!!!!!!!

Alguien decía que hay que saber atesorar los buenos momentos para recordarlos cuando las cosas van mal ("hacer recuerdos"). Recordarlos nos ayudará a ver la realidad, y no dejarnos sumergir en la desesperanza, tienes razón.
Yo he decidido subirme una vez más al caballo de Shasta y dejo que me lleve por un camino tan oscuro y neblinoso como ese. Sintiendo que hay alguien al lado, alguien al que no percibo completamente, sino solo intuyo que está ahí, (esperando que YO le hable en realidad), Alguien lo suficientemente grande para cuidar que no caiga al barranco.
Sé que solo puedo mirar un paso a la vez, pero con eso es suficiente. No sacaré cuentas de los "éxitos" o "fracasos", solo esperaré en Él. La noche no será menos oscura, pero el camino será gozoso :D ¡Bendiciones!Pato

Eduardo García dijo...

Para recordar primero tienes que haber olvidado, o estar empezando a olvidar. En esta carrera mi amigo Sam, tenes que vivir constantemente las instrucciones que se nos dan. Heb 2:1 dice Por tanto, es necesario que con más diligencia a tendamos las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Es más facil si no tenemos necesidad de recordar, pero si ya olvidamos, pues entonces si se vuelve una necesidad aprender a recoradar. Mi consejo o ultimo comentario. Vive cada día lo que has oído de parte de Él.