2.04.2008

Pagándo el Precio

A través de los años he observado la curiosa propagación de una manera de pensar que, como tantas otras cosas a nuestro alrededor, carece de sentido común. El razgo común encontrado en muchas personas que conozco es su prosaico razonamiento. En palabras del buen Escrutopo: 'Tienen docenas de filosofías incompatibles bailoteando en sus cabezas'.
Se piensa que es posible obtener cada beneficio sin afrontar los hechos que producen tales beneficios, i.e. sexo 'seguro' sin consecuencias posteriores, todo el sabor de la comida sin las calorías, un cuerpo esbelto sin esfuerzo físico o erudición que se obtiene por leer revistas o ver programas en un canal cultural.
Todo está al alcance de un click. ¿Por qué acudir a un libro si puedo usar un buscador? Jamás creí que la era digital nos lanzaría tan lejos del romanticismo.
Nuestra era no es sólo la era digital. Es la era de la moderación. La persona promedio, sin saberlo, se define a sí misma como 'moderada' y aprecia la moderación como una virtud cardinal, aunque en sí misma no piense en la palabra 'moderación'.
En lo político, religioso o moral el hombre promedio no posee una opinión definida. Tambien sería completamente válido decir que su opinión en general se ubica en el 'centro'. De aquí que aquel individuo poseedor de la mala suerte de creer algo con mayor fervor que los demás, o de profesar una creencia que está inclinada a un extremo u otro sea catalogado como fanático o extremista.
Lo más triste al respecto es que tendemos a asociar este tipo de razonamiento a los aspectos mas importantes de nuestra existencia, deseando todos los beneficios y ninguna de las responsabilidades. En otras palabras, no nos gusta pagar el precio.
Y lo he visto una y otra vez al abordar el tema más importante de todos: Dios.
Una de las cosas mas singulares que he obsevado es que los humanos queremos los beneficios que Dios puede proporcionar, pero al mismo tiempo deseamos decidir cuanto hemos de seguirle, de qué manera y por cuanto tiempo. Tambien queremos decidir cuanto El ha de hacer en nuestras vidas.
Por ejemplo, un alcohólico desea que Dios le permita dejar el vicio que tanto tiempo ha dañado su vida y las vidas de las personas a su alrededor. Tal persona tal vez creerá que Dios tan sólo quitará sus malos hábitos respecto a la bebida, y luego él podrá continuar con el rumbo de su vida siendo un 'buen individuo'. Pero cuando llegamos a Dios el proceso de perfeccionamiento al que nos sometemos es indefinido y terminará hasta que dejemos este lado del ropero.
Una de las afirmaciones más impactantes que Dios hace en la biblia es: 'sed perfectos como Yo soy perfecto'. Muchos creen que lo dice en sentido figurado, pero si prestamos atención a esta frase y sus implicaciones nos daremos cuenta que El esta hablando en serio, como dice San Pablo, 'hasta que lleguemos a la medida de la plenitud de Cristo'. Dios se ha propuesto hacer perfectos a aquellos que se lo permitan. Por ello es valido pensar en la pregunta que muchos se hacen: ¿Qué es lo que Dios pide de mi? La respuesta es mas sencilla aún: Todo.
Aqui es donde nos damos cuenta que hay un precio que es necesario pagar al seguir a Dios. El nos hará pasar por un proceso que dura toda una vida en el cual nos transforma para ser más como El y menos como nosotros, para que conociendole como somos conocidos por El, encontremos nuestra verdadera identidad. Segun Jack, la muerte es también parte de ese proceso de perfeccionamiento por el cual todos debemos pasar.
Hasta ahora todo suena muy duro, pero no lo es. Lo que Dios demanda es un corazón dispuesto. Muchos se preguntarán: ¿Puede acaso Dios como Padre ser tan cruel que pone a sus hijos en tiempos difíciles solo para hacerles 'cambiar'? Voy a responder con una frase de George McDonald: 'God is easy to please but hard to satisfy' (Dios es facil de agradar pero difícil de satisfacer). Un Padre se alegra cuando su hijo pequeño da su primer paso, aunque caiga tres pasos despues. El padre esta agradado al ver a su hijo crecer. El padre esta agradado pero no satisfecho. Y no lo estará durante mucho tiempo. Querra que su hijo no solo pueda caminar por si mismo, sino que ademas pueda correr, hacer deportes, aprender en la escuela, ir a la universidad, llegar a ser un profesional y luego que forme su propia familia. Dios es igual. A Dios le agrandan los primeros pasos que damos, las decisiones sencillas que tomamos al iniciar nuestro caminar con El, pero siempre quiere mas para nosotros. El es facil de agradar, pero dificil de satisfacer. Si retomamos el ejemplo del hombre alcohólico, Dios no sólo se conformará al ver que deja el licor (aunque le agrada mucho ver eso) sino que querrá mucho mas para su vida. No quiere un individuo 'moderadamente bueno', desea hacer de él un santo. Entonces, debemos reconocer que el Cristianismo tiene serias implicaciones en nuestra vida, que hay un precio que debemos pagar. El precio, si lo pensamos, es alto. Pero tambien son altos los beneficios: paz imperecedera, gozo verdadero, identidad y plenitud eterna y mucho más.
Un ejemplo fabuloso es el usado por Jack en el que compara nuestra vida a una casita. Cuando llegamos a Jesús, la casa está en muy malas condiciones, hay goteras, fugas y muchas fallas aquí y allá. Jesús empieza a reparar las fugas, los drenajes, las goteras, tuberías y demás. A lo mejor después usará lija y espátula para quitar la pintura dañada para poder aplicar una mano de base. Y al pasar algun tiempo aquella casa deteriorada se torna la mas bonita del vecindario. Y El estará muy agradado, pero no estará satisfecho.
Luego, pasan los dias y sucede que de repente El derriba una pared de la casa (oh, que dolor!) y nosotros no entendemos por qué. El si sabe el por qué. Esta derribando lo que impide que El continúe sobreedificando. Y despues no solo será una pared nueva sino un ala nueva, un piso mas o un torreón que será agregado a la casa. Y luego a lo mejor una fuente, y hermosos jardines llenos de flores y árboles. Porque después de todo su objetivo no es una casa 'moderadamente buena', El desea contruir un palacio.

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